Sargadelos, un ejemplo del cierre del ciclo de la siderurgia del agua y de la leña
La revolución industrial se vertebró sobre la siderurgia, sobre el ciclo energético del carbón y sobre los avances técnicos como la máquina de vapor. Pero curiosamente por culpa de la obtención de acero se cerró el ciclo anterior, que utilizaba el carbón vegetal como combustible en la forja y para proporcionar el carbono necesario para formar la aleación del hierro con el acero, dándole la dureza y elasticidad necesaria con el temple de la maza hidráulica.
Este proceso suponía un elevado consumo de madera en los hornos de fundición, de tal modo que se consumían unos 200 kg de madera por cada kilo de hierro. El aumento del consumo de madera provocó un agotamiento de la leña de los montes. Esto supuso conflictos entre campesinos y artesanos, que precisaban la leña para las cocinas, casas y aperos, con los propietarios de los hornos de fundición, que pretendían reducir el acceso a los montes para reservar así la madera para la producción de acero.
En Galicia se produjo un motín por este conflicto de intereses que fue conocido en toda España y del que quedó un importante registro histórico. Fue el motín de Sargadelos, en el norte de la provincia de Lugo, que desembocó en 1798 en el asalto e incendio del complejo siderúrgico, del que aún se preservan elementos constructivos de acero visibles en Galicia.
Este consumo energético en los hornos del complejo siderúrgico lo llevó a denunciar a agricultores y artesanos que precisaban madera para barcos, cubas y cestas necesarias en la actividad pesquera de Burela. Este conflicto desembocó en el asalto de 4000 personas a las fábricas el 30 de abril de 1798, superando la resistencia de los 30 soldados que las protegían y causando importantes desechos, llegando a quemar la casa de Ibáñez, que se salvó porque estaba fuera. Este recodo acabó siendo controlada por el ejército, principal cliente, debido a la importante actividad de la siderurgia en la fabricación de armas.
Mientras, el conflicto con Ibáñez no se cerró, y en 1809, coincidiendo con la expulsión de los franceses, fue asesinado en Viveiro (Lugo) arrastrado por caballos, al ser acusado de afrancesado. Hay análisis que relacionan esta tragedia con intrigas de los ingleses, que veían en esta fábrica a un importante competidor, dado que el sistema de producción se asemejaba más al de los ingleses que a los demás de la península.
En esta conspiración también pudieron participar los hidalgos y potentados. Ibáñez manifestó que los grandes propietarios influyeron en el ánimo de los agricultores y artesanos, posiblemente no tanto por el problema de la madera, sino más bien por el miedo a que los agricultores abandonaran las tierras para dedicarse a la fábrica o a acarrear madera.
También se tiene constancia de que el fundador de Sargadelos fue consciente del cierre del ciclo de la leña, y en 1800 dejó por escrito su opinión acerca de la necesidad de sustituir la leña por carbón. Así, expresó: "los montes se están degradando con rapidez y su ruina será total en pocos años si a este mal no se viene pronto a poner remedio. ¿Y que remedio poner? Pues el remedio de la sustitución de la leña por el fósil. Es el único eficaz que cabe hacer". A partir de esta frase puede especularse que Sargadelos, de no haber matado a Ibáñez, cambiaría el ciclo de la leña por el del carbón, y podría haber surgido en Galicia un centro competitivo con el sistema inglés de obtención de acero, que acabó imponiéndose a lo largo del siglo XIX.