El arado de hierro: entre la revolución y la crisis agrícola

Entre los siglos XIV y XVI la madera, que era la base energética de Europa, empezó a escasear como resultado del que se puede entender como la primera gran crisis de la Humanidad: la crisis que cerró la revolución agrícola que se inició con el arado de hierro alrededor del siglo X.

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Aunque resulte paradójico, como ocurre con los ciclos energéticos, la técnica que desencadena la revolución, en este caso el arado de hierro, va a contribuir a la crisis posterior que cierra el ciclo. La aparición del arado transversal en la Europa occidental tiene que ver con la obtención de aceros más resistentes, ligeros y eficaces con la forja hidráulica, que es la tecnología en la que se basa el actual arado de hierro, mucho más eficaz para labrar las tierras húmedas y pesadas de esta zona occidental de Europa que el arado romano. Esta innovación vino acompañada de la incorporación de herraduras para los caballos, lo que también fue posible con la mejora de los aceros.

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El éxito de este nuevo aparato fue tal que ya en el siglo X estaba extendido por todo el continente. Su eficacia posibilitó un importante aumento de las cosechas, que actuaron de motor para el crecimiento de la población. A medida que la población iba aumentando, se conseguía más tierra para esta labranza eficaz mediante la deforestación.

La tendencia a deforestar para cultivar provocó que a mediados del siglo XIV la población humana tuviera ya consumida su base energética. El agotamiento del suelo y la creciente disminución de los bosques amenazaban ya a los habitantes de la Europa occidental y septentrional.