Empleamos la energía para desplazarnos de un lugar a otro, tanto por aire como por tierra y por mar, y para transportar todo tipo de elementos, tanto de forma local (distribución de productos en distancias cortas), como global; es decir, por todo el planeta..
Es común encontrar en nuestras fruterías kiwis de Nueva Zelanda, bananas de Costa Rica, manzanas de Chile ... gran parte de las lentejas y garbanzos provienen de América del Norte, los espárragos de Perú, los textiles de China y de India ... La mayor parte de lo que consumimos proviene de otras partes del mundo. Esta globalización del mercado se apoya en el transporte a gran escala, que lleva asociado complejas infraestructuras y un gran consumo energético.
Los biocombustibles se presentan en el mercado como la gran alternativa al petróleo. Por un lado, disminuyen la dependencia energética frente a este combustible fósil que se está agotando. Por otro lado, si se fabrican a partir de plantas, su producción no entraña grandes dificultades, y si se producen a partir de aceites usados, además se le estará dando salida a un residuo. Analizados desde un punto de vista ambiental, se presentan como la solución ideal para disminuir la emisión de CO2 de los vehículos y poder mantener así nuestras dependencias actuales del transporte sin incrementar el efecto invernadero. Pero ... ¿ son los biocombustibles una solución real?
