De la superpoblación y sobreconsumo a la crisis energética
Las estadísticas sobre la población son ya categóricas. La población mundial aumenta cada 24 horas en unas 200 000 personas, lo que nos está llevando a la superpoblación. Esta no se puede valorar debidamente en toda su magnitud si no se sitúa con una perspectiva histórica. Hicieron falta 2 millones de años para alcanzar los 1000 millones de habitantes en el planeta. Para llegar a unos 2000 millones de habitantes hicieron falta cien años. Para llegar a los 3000 millones, hicieron falta 30 años, los comprendidos entre 1930 y 1960. Para llegar a los 4000 millones hicieron falta la mitad, 15 años, entre 1960 y 1975, intervalo de tiempo en el que la población humana aumentó al ritmo de un 2% anual, que le permitió pasar de los 2500 a los 4000 millones de habitantes en la Tierra.
En ecología, cuando una población crece de esta manera es porque encontró un nicho ecológico sin explotar. Esto es lo ocurre con las plagas. Pero ninguna población puede crecer así ilimitadamente, porque los recursos que precisa sólo son suficientes para mantener a un número máximo de individuos de esa población (capacidad de carga). Una vez alcanzada esta, la población ya no puede crecer más y le quedan dos opciones: conseguir un equilibrio que permita la renovación de recursos para mantener la capacidad de carga o desaparecer, porque su voracidad sobre los recursos hacen inviable su renovación.
En los aproximadamente 150 años que pasaron desde la revolución industrial, la población se dobló cuatro veces. Se considera que este crecimiento llevó a que se alcanzara la capacidad de carga con la población de 1978, lo que indica que la población de esa época consumía el 100% de los recursos que renovaba. En la actualidad, la humanidad toma un 20% más de lo que la Tierra produce, agotando de este modo las reservas.