El transporte de viajeros y mercancías es probablemente el sector que más dificultades presenta para contribuir a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. En las últimas décadas, el automóvil se convirtió en el principal medio de transporte utilizado por los ciudadanos. El desarrollo de áreas residenciales dispersas en la periferia de las ciudades y villas, junto con la concentración de actividades urbanas, fue posible por la prioridad dada al vehículo privado. La generalización de este transporte motorizado exige la utilización de grandes cantidades de energía de origen fósil, hecho que está asociado a niveles muy importantes de emisiones de GEI.
Las emisiones de GEI en este sector desde el año 1990 hasta el 2006 aumentaron en un 104%, incremento relacionado en su mayor parte con el uso del transporte por carretera, en particular con la utilización del vehículo privado.
