La máquina de vapor y el culto a las grandes estructuras de acero
En la lucha contra la reducción del tiempo de transporte, se buscó aprovechar
el hecho de que a máquina de vapor era más eficiente cuánto mayor fuera su
tamaño, por lo que se tendió a hacer grandes redes de transporte (trenes y
barcos) que necesitaban estructuras maleables y resistentes. El material por
excelencia para cumplir con esas premisas era el hierro forjado o acero. Este
tiene mucha resistencia, y además es ligero, por lo que se aprovechó para
construir ferrocarriles y barcos de grandes dimensiones capaces de albergar
grandes máquinas de vapor para conseguir el máximo de eficiencia.
También se hicieron puentes de hierro importantes. Esta cultura de la
ingeniería del hierro dio paso a los primeros rascacielos de Chicago y a
monumentos como la Torre Eiffel, que en su momento representó la construcción
más elevada del mundo. Estas construcciones, símbolos del orden de gran
magnitud, al fabricarse con acero obtenido en siderurgias alimentadas con
carbón mineral, supusieron el inicio de un proceso industrial que, debido a
su alto consumo de combustibles fósiles, está generando desde entonces un
importante desorden ambiental de acuerdo con la segunda ley de la
termodinámica.