Las rocas margosas de la primera etapa del Jurásico en Asturias acumulan gran cantidad de fósiles de braquiópodos. Estos organismos, que habitaban en el fondo del mar, fueron enterrados vivos por los sedimentos arrastrados por tempestades que azotaban esos mares hace más de 150 millones de años. El petróleo formado con anterioridad fue capaz de migrar e introducirse dentro de los huecos de los caparazones. De esta manera, si rompemos uno de estos fósiles vemos que de su interior rezuma un líquido negro y espeso que, sin duda, es petróleo.
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