Repercusións da dínamo hidráulica sobre o urbanismo e a industria
En la primera mitad del siglo XIX se dieron dos avances científico-técnicos que posibilitaron la aparición de la dinamo hidráulica. El primer avance que la hizo posible fue el trabajo sobre corrientes electromagnéticas realizado por Faraday en 1831. Este trabajo lo llevó a descubrir que un conductor que corta las líneas de fuerza de un imán crea una diferencia de potencial. Poco después recibió una carta anónima sugiriéndole que su descubrimiento podría ser aplicado para construir grandes máquinas. El paso hacia la dinamo hidráulica se consiguió sumando a este descubrimiento el perfeccionamiento de la turbina de agua hecho por Fourneyron en 1832, quien construyó una turbina de 50 CV.
Gracias a estas posibilidades del uso de la electricidad, pequeñas unidades de producción pudieron organizarse en grandes unidades de administración, dándole así un impulso a la industria a pequeña escala y pudiendo esta, por primera vez desde la introducción de la máquina de vapor, competir en condiciones de igualdad con unidades mayores. Esto permite que la instalación no tenga que estar funcionando continuamente, ni que tampoco sea necesario tener una cantidad ingente de producción para un mercado alejado, pudiendo así responder sin más a la demanda y a la oferta local a la vez que disminuyen los gastos generales de personal permanente.
La electricidad permitió que zonas montañosas inaccesibles, como las de los Alpes, las Montañas Rocosas o el interior de África si convirtieran por primera vez en potenciales fuentes de energía y en posibles lugares para la industria moderna: la captación de la energía del agua, gracias a la eficiencia suprema de la turbina hidráulica, que rinde el 90%, abrió nuevos recursos y nuevas zonas de colonización; zonas más irregulares en cuanto a la topografía y con frecuencia más sanas en cuanto al clima que los fondos de los valles y las tierras bajas que se poblaron con el desarrollo del ferrocarril a vapor.
El poder disponer de la fuerza hidráulica para producir energía cambió finalmente la distribución de la industria del siglo XX y disminuyó el potencial que consiguieron Europa y EE.UU en el régimen del carbón y el petróleo a lo largo del siglo XIX y a principios del XX, pues Asia y América del Sur están casi tan bien dotadas de energía hidráulica como las regiones industriales, y África tiene tres veces más que Europa o América del Norte. No obstante, este potencial hidráulico se ve cada vez más limitado, sobre todo en el contexto del cambio climático.