La buena construcción y el urbanismo sostenible para diminuir la huella
Ya se habló con anterioridad sobre la importancia de cambiar nuestra actitud y nuestras conductas dentro de nuestra casa y en el lugar donde trabajamos o estudiamos para ser más eficientes y malgastar menos energía. También es importante tener en cuenta cómo es la infraestructura misma, es decir, cómo es la edificación en la cual vivimos.
Siempre es mucho más recomendable rehabilitar y reformar una casa o un edificio ya construido que construir uno nuevo. Aunque tengamos que rehacerlo por dentro o aislarlo de nuevo, el gasto energético y de materiales siempre será menor. Además, así se evita tener inmuebles deshabitados degenerándose, el cual repercute negativamente en la vida de los barrios y en el precio de las viviendas y fomenta el aumento de poder de las empresas constructoras.
Si dudamos entre vivir en una casa o en un piso, pensemos que en un edificio el ahorro energético es mayor (ya que se aprovecha el calor de los pisos que están por encima, debajo y por los lados). Por otro lado, cuanto más compacta sea la forma de la casa o del edificio, menos energía se va a dispersar.
También debemos tener en cuenta la orientación de la vivienda, ya que si la fachada principal está hacia el sur, captará gran cantidad de radiación solar en el invierno y moderada en el verano, el que se traduce en un hogar caliente en las estaciones de frío y fresco en el verano, con el gran ahorro energético que esto supone tanto en calefacción como en aire acondicionado.
Para contribuir a este ahorro energético debemos tener una vivienda bien aislada, así evitaremos las pérdidas de calor con el exterior (o pérdidas de frío, si estamos tratando de refrescar la casa en el verano). Debemos emplear a la sazón un material aislante adecuado y que esté colocado de tal forma que cubra todos los cierres exteriores (fachadas, cubiertas etc.). De la multitud de materiales que funcionan como aislantes debemos escoger los que sean naturales, que no siguieran procesamientos con productos químicos y que provengan de los lugares más próximos posibles. Así, va a ser mucho más adecuado emplear corcho, cáñamo o celulosa que poliestireno.
Una gran cantidad de la energía de las viviendas se escapa por las ventanas. Debemos tener ventanas de vidrio doble, con la máxima separación posible entre los dos vidrios (ya que cuánto mayor es la cámara de aire, mayor es el aislamiento y por lo tanto el ahorro energético). El tipo de carpintería debe tenerse también en cuenta. La opción más adecuada es la carpintería de rotura de puente térmico. Por otro lado, también debemos tener un sistema que permita regular la entrada de radiaciones solares en la vivienda, como persianas o toldos, de tal forma que podamos regular la intensidad de Sol según la época del año y nuestras necesidades.
Si además instalamos paneles solares podremos obtener energía para calentar la vivienda y el agua. Estas instalaciones pueden parecer caras en un principio, pero se amortizan entre 5 y 12 años, dependiendo del consumo y de la calidad de la instalación. Además, existen ayudas del gobierno que hacen esta opción más viable.
Por último, todos los materiales de construcción deben causar el menor impacto posible; la madera debe ser certificada (el que garantiza que procede de bosques no primarios gestionados de forma sostenible) y las pinturas y barnices deben ser ecológicos.
Cuando se tienen en cuenta todas estas características se obtiene un hogar con un máximo confort y mínimo consumo de energía. Estamos entonces ante una vivienda bioclimática.