Tenemos que cambiar las fuentes de energía
En todo el mundo, el 86% de la energía consumida proviene del carbón, del petróleo y del gas natural. Como sabemos, son fuentes de energía no renovables. En el caso de Galicia, tal y como podemos observar en la siguiente gráfica, vemos que el 85,4% de la energía consumida proviene de estas mismas fuentes. Además, debemos tener en cuenta que todo el crudo de petróleo, los productos petrolíferos, el gas natural y algo más de la mitad del carbón son importados de otras partes del mundo.
Somos, por lo tanto, altamente dependientes de fuentes no renovables de energía. Estos recursos tardaron millones de años en formarse, por lo cual, aunque nunca se agotarán totalmente, llegará un momento en que ya no sean extraíbles, es decir, que los yacimientos ya no serán explotables.
Las grandes compañías petrolíferas del todo el mundo ya llevan años viendo menguadas sus posibilidades de explotación debido a que cada vez encuentran menos yacimientos explotables, y los que se están explotando van agotándose. Esta realidad es extrapolable al gas natural a medio plazo.
Las predicciones a nivel planetario indican que, si el ritmo de crecimiento en el consumo de las energías no renovables es constante, el petróleo se agotará en 40 años y el gas natural no durará más de 70 años. En relación al carbón, aun hay existencias para unos 250 o 300 años.
Es muy difícil predecir con exactitud cuánto va a aumentar el consumo de estos combustibles; muchos expertos opinan que para el 2020 el consumo se elevará a 120 millones de barriles diarios de petróleo en el mundo, es decir, un 50% más que en la actualidad. Si tenemos en cuenta el gran crecimiento previsto para los países llamados "en vías de desarrollo", junto con el ya imparable de los países ricos, las reservas podrían acabarse antes de lo previsto.
Sin descubrimientos masivos de nuevos yacimientos, y sin la toma de medidas urgentes para sustituir estas fuentes de energía por otras (las energías renovables en este momento son ampliamente insuficientes para sustituir las no renovables), los precios subirán, las existencias seguirán disminuyendo hasta no ser extraíbles y a la sazón estaremos ante un colapso energético que hundirá la economía a nivel mundial, y con ella, nuestra civilización.
Sectores de la población piensan que los avances tecnológicos podrán acercar soluciones a este grave problema, pero hasta el momento ninguna de las mejoras tecnológicas en eficiencia energética provocó una disminución en el consumo energético global. Por lo tanto, no es posible conseguir una solución que no pase por un análisis serio del actual sistema basado en el crecimiento económico, de la viabilidad de nuestro modo de vida y de sus consecuencias.
Ante esta situación, la instauración de una economía ecológica se presenta como la única opción para mantener la viabilidad de nuestro consumo energético. Tal economía emplearía los recursos agotables al ritmo de sustitución por los recursos renovables. Por ejemplo, se gastaría petróleo como fuente energética sólo en la medida en que hubiese capacidad de producir energía de fuentes renovables (energía fotovoltaica, por ejemplo). Se emplearían recursos renovables sólo a su ritmo de renovación. Y se echarían residuos al ambiente solo en la medida en que estos pudieran ser neutralizados o asimilados por la biosfera.
Pero esta evolución sólo es posible si cambiamos el modelo actual de crecimiento por otro en el que se supedite el mercado a la sociedad, en el que se sustituya la competencia por la cooperación y la economía se adapte a la economía de la naturaleza y del sustento. Es decir, un modelo en el que se piense en el desarrollo local y no en el beneficio localizado, basado en el bienestar de las personas y no en su consumo.
La energía de esa sociedad del futuro no puede proceder de los combustibles fósiles, porque urge afrontar el cambio climático y además el gas natural y el petróleo han de agotarse a lo largo del siglo. Por lo tanto, tenemos que buscar energías que nos permitan la movilidad y la globalidad que nos da el petróleo, y en estos momentos el hidrógeno promete ser ese vector capaz de ocupar el lugar que en la actualidad ocupan los derivados del petróleo.