El consumo de bienes en las sociedades industrializadas no hace más que crecer desde hace décadas. Por un lado, la ciudadanía compra y consume cada vez más, considerando sus bienes materiales y un confort excesivo como símbolos de sus derechos y de su calidad de vida. Por otro lado, y de forma paralela, las empresas potencian este aumento en la demanda de bienes y servicios y basan su viabilidad en un aumento continuo de sus ingresos y de su productividad.
Este afán consumista por parte de la ciudadanía y la necesidad de continuar creciendo por parte de las empresas se traduce en un aumento exponencial en el consumo de energía.
En la actualidad, los países ricos son los grandes consumidores de energía, mientras que los países mas pobres consumen pequeñas cantidades de la misma, pero los expertos indican que esto va a ir cambiando, ya que el aumento de población en los países pobres y una mejora paulatina de sus economías va a traducirse en un aumento implícito en su consumo de energía.
Según el informe elaborado por la Energy Information Administration (EE UU Government) en el 2005 y 2007, el consumo de energía en el mundo entre el 2004 y el 2030 va a incrementarse en un 57%, a pesar de la subida en los precios de las fuentes de energía no renovables, como el petróleo y el gas natural. Esto se debe al aumento regular en el consumo energético de los países ricos, y especialmente al gran incremento de este consumo en los países pobres, pues la población en los países no desarrollados está creciendo de forma considerable al tiempo que lo hace su industrialización, por eso se habla de economías emergentes.
