Luego las cadenas de carbón se oxidan para aportar la energía de la vida
También proporcionan la energía vital que necesita el propio organismo fotosintetizador (autótrofo) para sus actividades vitales. Por otra banda están los organismos heterótrofos, como los seres humanos, que tenemos que alimentarnos de otros por no ser fotosintetizadores, y que en última instancia recogemos los nutrientes de las cadenas de carbono elaboradas a partir de la fotosíntesis, por lo que nos alimentamos de los vegetales, o de otros organismos que se alimentan de ellos (herbívoros).
Estas cadenas de carbono se rompen en el proceso de la respiración celular, que ocurre tanto en las células de los vegetales como en las de los organismos no fotosintetizadores.
La liberación de la energía posibilita que las células se mantengan con vida, que realicen sus funciones, lo cual, en el caso de las células musculares, tiene como objetivo que realice el trabajo que hace posible el desplazamiento.
Estas cadenas de carbono de la biomasa también se pueden romper al margen de la respiración celular, directamente por combustión, como le sucedería a la biomasa de un bosque en un incendio forestal, o bien pueden quedar soterradas por los seres vivos y sin descomponer, sufriendo lentas transformaciones físicas y químicas a lo largo de miles o millones de años, para formar las reservas de carbón, petróleo o gas.