Ropa
Al nuestro alrededor hay numerosas tiendas de ropa que montan cuantiosas campañas publicitarias para convencernos no sólo de que esta o aquella marca es de mejor calidad o más bonita, sino también para dejarnos claro que precisamos comprar más y más piezas de ropa porque lo que tenemos en nuestro armario ya está pasado de moda. La compra de piezas de vestir va por lo tanto mucho más allá que cubrir una simple necesidad.
Es importante tener en cuenta el material con que está hecha esa pieza de ropa que queremos comprar. En las últimas décadas las fibras sintéticas (poliéster, nylon, lycra, poliamida y tergal) y las fibras artificiales (acetato, rayón y viscosa) fueron desplazando las naturales (la, cerda, algodón y lino). Las fibras sintéticas se obtienen mediante síntesis química a partir de derivados del petróleo, y tanto estas como las fibras artificiales proceden de las industrias químicas. Estas empresas siguen un proceso de producción en el cual, para más allá de crear residuos contaminantes, emplean mucha más cantidad de energía que en el caso de las fibras naturales.
Las fibras naturales que provienen de cultivo ecológico y que emplearon tinciones no tóxicas presentan un menor gasto energético y son mucho más respetuosas con el medio y con la salud de las personas (tanto de las que manipulan y fabrican la pieza de vestir como de las que la llevan puesta).
Por otro lado, la mayor parte de los productos textiles están producidos en los países llamados "en vías de desarrollo", debido a que allí la producción es mucho más barata que en otros lugares por la reducción de los costes, tanto laborales como fiscales. Es frecuente que estas empresas incumplan los principios de la Organización Internacional del Trabajo, que se basan en el derecho a un trabajo digno y a una vida digna. Además, una vez producidas estas ropas, tienen que ser transportadas de un lugar a otro del mundo con el consecuente impacto energético y ambiental.
Por otra banda, en la compra de productos naturales debemos preocuparnos por fomentar un trabajo digno, en el que se amplíen los derechos de los trabajadores y su protección social, promoviendo el diálogo y la resolución de conflictos. Estas son las líneas que hay que seguir para salir de la pobreza del siglo XXI.