El debate
La energía nuclear sólo suministra un 5 % de la energía mundial. El riesgo de accidentes nucleares, la generación de residuos altamente radioactivos y la proliferación de armamento nuclear son sólo unas de las razones por las cuales es indispensable el abandono de la energía nuclear.
En vista del papel limitado que la energía nuclear puede jugar en la reducción de las emisiones de CO2 en ciclos cerrados, teniendo en cuenta su dependencia de recursos finitos y sus problemas asociados, en especial los derivados del almacenamiento de unos residuos con peligro potencial para muchas generaciones posteriores a la de almacenamiento, debemos reflexionar antes de proponer esta forma de energía para solucionar el cambio climático.
El debate nuclear se abre por las alarmantes consecuencias del cambio climático, hecho que está siendo utilizado por sectores ligados a los intereses nucleares para retomar una energía que ya fracasó hace décadas. El actual debate sobre la energía nuclear gira, como en otro tiempo, alrededor de los riesgos para los seres vivos y la población, del impacto ambiental que las instalaciones suponen, de la poca rentabilidad económica y, por supuesto, de la existencia de problemas irresolubles como los residuos radioactivos.
Es incuestionable éticamente que no podemos hipotecar el futuro de todos los seres vivos durante millares de años por los residuos radioactivos.
Con el objetivo de frenar el uso de combustibles fósiles, las previsiones para el año 2030 están entre 415 GW y 833 GW, un incremento entre el 13% y el 125% de la potencia instalada actualmente. Esto supondría la construcción de 178 centrales nuevas (con el escenario bajo del aumento del 13%) debido a que la vida media de las centrales actuales es de 23 anos. En base a frenar el uso de combustibles fósiles, las previsiones para el año 2030 están entre 415 GW y 833 GW, un incremento entre el 13% y el 125% de la potencia instalada actualmente. Esto supondría la construcción de 178 centrales nuevas (con el escenario bajo del aumento del 13%) debido a que la vida media de las centrales actuales es de 23 años.
Este incremento se encuentra con varios obstáculos; por una banda, la fuerte oposición pública, los elevados gastos de gestión de residuos y funcionamiento que el fan poco rentable económicamente y dependiente de subvenciones, y asimismo tener que hacer frente a los problemas de rápida pérdida de competencia en la construcción y a los problemas de funcionamiento y falta de infraestructura de fabricación (cada vez es menos fácil encontrar personal calificado para la construcción y funcionamiento de las centrales nucleares, por no ser un sector de la industria eléctrica atractivo para la juventud).
La energía nuclear sólo suministra un 5 % de la energía mundial. El riesgo de accidentes nucleares, la generación
de residuos altamente radiactivos y la proliferación de armamento nuclear son sólo unas de las
razones por las cuáles es indispensable el abandono de la energía nuclear.
En vista del papel limitado que la energía nuclear puede jugar en la reducción de las emisiones de CON
El2 en ciclos cerrados, habida cuenta su dependencia de recursos finitos y sus problemas asociados,
en especial los derivados del almacenamiento de unos residuos con peligro potencial para muchas generaciones posteriores
a la de almacenamiento, debemos reflexionar antes de proponer esta forma de energía para solucionar el cambio
climático.
El debate nuclear se abre por las alarmantes consecuencias del cambio climático, hecho que está siendo
utilizado por sectores ligados a los intereses nucleares para retomar una energía que ya fracasó hace décadas. El
actual debate sobre la energía nuclear gira, como en otro tiempo, alrededor de los riesgos para los ser vivos y la población,
del impacto ambiental que las instalaciones suponen, de la poca rentabilidad económica y,
por supuesto, de la existencia de problemas irresolubles como los residuos radiactivos.
ES incuestionable éticamente que no podemos hipotecar el futuro de todos los seres vivos durante millares de años
por los residuos radiactivos.
Con el objetivo de frenar el uso de combustibles fósiles, las previsiones para el año 2030 están entre 415 GW
y 833GW, un incremento entre lo 13% y el 125% de la potencia instalada actualmente. Esto supondría la construcción
de 178 centrales nuevas (con el escenario bajo del aumento del 13%) debido la que la vida media de las centrales
actuales es de 23 años.En base a frenar el uso de combustibles fósiles, las previsiones para el año 2030
están entre 415 GW y 833GW, un incremento entre lo 13% y el 125% de la potencia instalada actualmente. Esto supondría
la construcción de 178 centrales nuevas (con el escenario bajo del aumento del 13%) debido la que la vida media de las centrales
actuales es de 23 años.
Este incremento se encuentra con varios obstáculos; por una parte, la fuerte oposición pública,
los elevados gastos de gestión de residuos y funcionamiento que lo hacen poco rentable económicamente y dependiente de subvenciones,
y asimismo tener que hacer frente a los problemas de rápida pérdida de competencia en la construcción
y a los problemas de funcionamiento y falta de infraestructura de fabricación (cada vez es menos
donado encontrar personal calificado para la construcción y funcionamiento de las centrales nucleares, por no ser un sector de la
industria eléctrica atractivo para la juventud).