La senda de la glaciación disminuyó la energía que necesitaban
Este proceso ni siquiera se vio interrumpido por la última glaciación (Würm), que se inició hace unos 80.000 años. Durante esta época fueron capaces de localizar refugios en zonas adecentadas para vivir, como las del norte de la Península, donde llegaban las corrientes calientes del Golfo. En cuevas como las de Altamira dejaron huellas de su capacidad de adaptación para conseguir energía en esas circunstancias climatológicas adversas.
Hace unos 10.000 años terminó la glaciación. La temperatura subió 5º C en 6.000 años, fundiendo enormes masas de hielo y elevando el nivel del mar unos 200 metros. Se inundaron las tierras bajas, que tenían que ser las mejores zonas de caza de herbívoros, lo que se sumó a la disminución de los grandes herbívoros, posiblemente por un exceso de caza.
Aunque el final de la glaciación pudo vivirse como una gran oportunidad para los habitantes de las cavernas, supuso una crisis energética para nuestros antepasados, que vieron como con la retirada del hielo desaparecía gran parte de su comida. Porque, sumada la subida del nivel del mar a la desaparición de los grandes herbívoros, que comían arbustos y árboles pequeños, se impusieron los bosques.